Después de la vorágine mediática que engulló al madrileño tras salir en defensa de una mujer maltratada en su último concierto, este jueves la música de Alejandro Sanz volvió a ser la única protagonista del espectáculo que ofreció durante la tercera jornada del Festival de Viña del Mar.
Las luces se apagaron y un griterío ensordecedor encendió el anfiteatro de la Quinta Vergara. Sanz apareció por la gradas, entre sus enfervorizadas seguidoras, y recorrió los metros que le separaban del escenario al grito de "¡Chi, chi, chi, le, le, le!": El músico estaba en su salsa.
"Me da muchísimo gusto estar aquí esta noche. Se ven más guapas y guapos que nunca. ¡Viva Chile!", vociferó el cantante.
El madrileño con raíces andaluzas invitó a sus seguidores a viajar a través de sus grandes éxitos y a curar sus 'corazones partíos' con dosis de almíbar y jarabe de su nuevo álbum "Sirope" (2015).
Con "Quisiera ser", "El alma al aire" y "Desde cuándo" -tema que interpretó junto a la mexicana Paty Cantú- el compositor del himno "Corazón Partío", puso el tono de un emotivo concierto de una hora y cuarto que deleitó a las 15.000 almas que abarrotaban el anfiteatro de la ciudad costera chilena.
Este fue su primer recital después de que el pasado sábado, Sanz se convirtiera en un símbolo de la lucha por la erradicación de la violencia de género al interrumpir su concierto en México para expulsar a un hombre que estaba maltratando a su mujer.
El valiente gesto, más eficaz que cualquier campaña de concienciación, desató una oleada de cumplidos de personalidades como Antonio Banderas e instituciones como la Policía Nacional, sin embargo, Sanz no le quiso dar más importancia. "Cualquiera habría hecho lo mismo", dijo este martes en Chile durante una rueda de prensa.
A sus 47 años, el artista español con mayor número de premios Grammy ha vendido más de 23 millones de copias y ha colaborado con iconos de la talla de Alicia Keys, Juan Luis Guerra o Tony Bennet.
Uno de los momentos más emotivos de la velada llegó con la melancólica "Y, ¿Si fuera ella?", una de las melodías de su álbum "Más" (1997) -reconocido por la crítica como uno de los más sólidos de la historia de la música española-, que el público entonó a pleno pulmón.
Javiera Mena, la estrella latinoamericana del electropop se atrevió a acompañar al artista con la flamenca "Corazón partío", convertido en uno de los éxitos intergeneracionales del pop español.
La cantante chilena, representante de la nueva ola musical del país austral, subió al escenario visiblemente nerviosa, olvidó parte de la letra de la canción y desafinó en distintos momentos.
A continuación, el músico caracterizado por su sensibilidad innata para hablar de la vida y el amor invitó también a la exvocalista de Mecano, Ana Torroja, a acompañarlo con "Un zombi a la intemperie", el primer sencillo de su nuevo trabajo.
"Estar aquí es como una canción nueva. ¡Ruge Viña!", gritó Sanz pletórico.
La rítmica "Looking for paradise", que el español grabó junto a la cantante y compositora de R&B Alicia Keys, consiguió poner en movimiento los esqueletos de los millares de asistentes, quienes vibraron con la brillante interpretación de Sara Devine, una de sus coristas que acompañaron a Sanz durante todo el espectáculo.
El rompecorazones español también echó mano de clásicos como "No es lo mismo", "Viviendo deprisa" o la romántica "A que no me dejas", una pequeña joya emocionante y desgarradora de su última producción.
Sanz abandonó el escenario de Viña del Mar por donde había venido, entre sus incondicionales, quienes esta noche disfrutaron de un concierto
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