La cantante Lucecita Benítez valora resurgir luego de la dura recuperación tras sufrir un infarto el año pasado. Fueron muchos los momentos duros, y abundaron la dudas sobre la posibilidad de superarlo. Pero hoy día, mira atrás con una sensación de triunfo.
“Creo que en todos los seres humanos que han pasado por la experiencia de verse al borde de la muerte hay una transformación”, reflexionó la Voz nacional de Puerto Rico, quien el próximo 13 de septiembre buscará repasar a través del espectáculo En las manos de un pueblo en el Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré, el concierto que presentó en 1975 en el Teatro Radio City en San Juan, y que cuenta con un álbum grabado en vivo.
“Es volver a la vida. Dios me está dando la oportunidad de terminar su obra conmigo”, analizó pensativa. “Todos tenemos un don, y tú lo tienes que llevar honrosamente hasta sus últimas consecuencias, y eso es lo que pasa conmigo y con mi música”.
La laureada artista recordó cuando comenzó a sentir los síntomas que la llevaron de emergencia al hospital. “Me rompieron el corazón un miércoles, y jueves tuve un infarto. Sentí el dolor en el pecho”, compartió. “Fue algo desagradable, pero ese mal rato me hizo comprender que uno nace solo y solo muere, y que si yo no cojo las riendas de mi carrera, no hay break. Soy yo y mis circunstancias, porque nadie entiende mi labor mejor que yo misma, y nadie va a entender los sacrificios míos mejor que yo misma, porque son mis sacrificios. Es todo lo que dejé para seguir la música”.
Sobre el proceso de sanar, enfatizó en que “fue una pesadilla porque los efectos secundarios de las pastillas que me dieron me hicieron vivir momentos terribles. Los huesos se te atrofian, los músculos. Te sientes incapaz de sostener un vaso. Hubo momentos donde yo trataba de comer, porque (el fármaco) te pone a temblar a tal grado que yo no podía sostener nada. Entonces yo lloraba. Tuve que tragar en seco. Tuve que morder mi amargura. Tuve momentos donde yo me sentí el ser más solo del mundo, del planeta”, lamentó la veterana vocalista, quien confesó que “estoy más sensible que otras veces porque he llorado para llenar un río”.
Incluso, dentro del proceso de recuperación, perdió el interés por luchar. “Es que no era vida. Es un momento donde tú deseas morir. Llamé al doctor y le dije, ‘mira, yo no quiero seguir viviendo así, y me dijo, ¿usted no tiene psiquiatra’?’, y yo le dije, ‘no. Yo necesito un médico que me hable claro, porque yo soy mi propio psiquiatra. Lo que me ayudó fue la fuerza de voluntad, la pelea, porque las pastillas no me la podían quitar”. De paso, instó a todo paciente a conocer a fondo los medicamentos recetados. “Averigüen siempre cuáles son los efectos secundarios de todo lo que le recetan, porque una vez tienes el conocimiento, puedes lidiar, pero yo fui aprendiendo durante la tragedia”, enfatizó.
Pero ese capítulo es parte del pasado, destacó. “Ya eso se enterró. Esta mujer que renació está de vuelta, estoy de vuelta con más energía que nunca, con más amor para mi pueblo que nunca, y con más poesía que nunca”.
Sobre la presentación que realizará en septiembre, y que cuenta con temas como Menos tu vientre, Anda por andar andando, Te llegará una rosa y Mi país, adelantó que será fiel al espectáculo que interesa revivir. “Hubo cosas de ese concierto que yo extraje y las puse en otros conciertos, pero en su esencia, casi todo lo que se hizo en ese concierto es lo que va. Ese proyecto es una de las cosas que tiene mis trabajos, que mientras más añejo, más fabuloso porque el mensaje sigue siendo vigente, el mensaje sigue siendo tan vital. En estos momentos no se escribe como escribieron los Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, son esos poetas que han hecho de mí la cantante que soy”.
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