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Monday, October 4, 2010

CARLOS VIVES HABLA DESDE SU RESTAURANTE GAIRA EN COLOMBIA

Con una vestimenta casual, su seductor pelo riso y una sonrisa que más amplia no podía ser, Carlos Vives abrió no sólo las puertas de su restaurante a un reducido grupo de dominicanos que visitamos su amada Colombia, sino que también dejó de par en par su corazón, permitiendo que se observara la humildad, la sencillez y la calidad humana que habitan en éste.

No dio largas al asunto. No premeditó nada. Sus respuestas a las interrogantes que surgieron en el encuentro hicieron justicia de la espontaneidad que lo define.

Sí, esa que muestra en los escenarios y que le ha permitido entrar a los corazones de millones de personas en todo en el mundo.
““Siempre siento el cariño de la gente, y aunque no me vean, me mantengo trabajando por ese público que me sigue y por la pasión que siento por la música”.”

Habla de sus proyectos futuros, de su familia y de lo que está haciendo ahora mismo para seguir aportando a la música y al desarollo de los niños de su país. Cada palabra, cada frase y cada gesto, parecen delatar que Carlos predica con la frase de Paulo Coelho que reza: “El mundo no necesita opiniones, necesita acciones. Las palabras los demás no siempre las creen, los hechos están ahí”.

La muestra es que en el restaurante Gaira, propiedad suya y de su hermano Guillermo Vives, los domingos son de los “pelaos” (niños). Durante la mañana éstos disfrutan de jornadas amenizadas por personajes infantiles que reviven aquellos momentos gratos de la infancia de Carlos.

A los pequeños les imparten clases de teatro y les preparan shows para descubrir el talento que llevan dentro de sí. “Es algo maravilloso, porque cada niño es especial, sólo hay que ayudarlo a lograr sus sueños”, manifiesta comprometido.

Sin que se advierta en él ninguna pretención, hace suya una expresión de satisfacción.

Porque “sí ,sí ,sí , que su amor es tan profundo, que él es el consentido y que lo sepa todo el mundo”. Así es. No importa la ausencia que experimente en la radio, los escenarios o los estudios de grabación, “siempre siento el cariño de la gente”.

Carlos Vives contó que en los próximos meses viene con nuevos bríos y con muchas cosas buenas para delitar a todas las personas que de una u otra forma han sentido su ausencia, pero que se mantienen pendientes de su carrera.

En carpeta tiene el lanzamiento de un nuevo disco, el cual contendrá una serie de clásicos que pretende internacionalizar.

Hasta el momento está trabajando localmente, pero no descarta venir pronto a República Dominicana aunque sea sólo a visitar a su amigo Juan Luis Guerra, a quien también ha recibido en su restaurante.

“Somos muy buenos amigos y la pasamos súper bien en una ocasión que estuvo aquí en mi país. Vino a Gaira y cantamos juntos y fue algo inolvidable, de verdad que sí”. Su voz no sólo es canto, también es música. Escucharlo entonar algunas de sus canciones, despierta la curiosidad del más suspicaz.

Tal parece que los músicos de “La Provincia” están ocultos en algún lugar cercano.

Pero no es así, es que su melodía parece salir del alma. Es un hombre culto, capaz de mezclar un tema serio con uno no tanto para no hacer alarde de su preparación.

Sólo hay que tocarle un tema para que comience a desarrollarlo aunque de inmediato una de sus ocurrencias sacan del asombro a quienes se sorprenden de descubrir que, debajo de este carismático artista alberga un gran intelectual.

Vivencias
Oirlo hablar de la forma en cómo diseña su ropa es divertido. Él mismo se burla de los recursos a los que ha recurrido para confeccionar trajes tan llamativos como el que uso en el pasado año para ir a la premiación de los Grammy Latinos, donde obtuvo una estatuilla al disco del niño del año 2009.

El famoso traje como él mismo le llama, adorna una de las vitrinas de su restaurante. Consiste en un pantalón corto de jean, con una chaqueta con aplicaciones de escamas de peces, las cuales puso a secar en su nativa ciudad Santa Marta, para luego utilizarla en la eleboración del vistoso atuendo. “Y es que a veces hago unas piezas feísimas que hasta yo me río después que las veo”, puntualiza riendo.

Padre cuatro veces. Su más reciente criatura a penas tiene un mes de nacida.

No oculta la alegría que le provoca lo que define como una bendición del Señor. Su hijo mayor tiene 18 años, la que le sigue tiene 14 y la otra tiene dos años.

Cuenta que precisamente su ausencia de los escenarios obedece a la necesidad que tenían sus hijos de que él fuera más padre que artista en un momento dano.

No lo meditó mucho e inmediatamente terminó su contrato con la disquera, decidió dedicar ese tiempo que necesitaba su familia y los resultados han sido muy fructíferos, dice.

NEGOCIO FAMILIAR, EL EPICENTRO
Cuando Carlos Vives habla de la unión que existe en su familia, tiene razón.

Guillermo Vives su hermano y socio, lo confirma cuando al responder preguntas sobre su hermano, lo hace con gestos fraternales. “A Carlos le va bien y tiene que ser así porque es muy creativo, muy divertido”, contesta a la interrogante sobre los proyectos de su hermano.

Cuenta que cuando vivían en la casa en donde hoy está el restaurante Gaira “yo disfrutaba mucho, porque compartía la habitación con Carlos y él me echaba cuentos, y se inventaba unas historias que no sólo me divertían, sino que me hacían admirarlo. Es sumamente creativo y ahí ha estado su éxito”.

Sobre el negocio, dice que para establecerlo han contado con el apoyo de su madre y que han contado con el respaldo de los colombianos, que visitan al lugar no sólo para degustar de una buena comida, sino para deleitarse observando la memorabilia que conforma su decoración.

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