Cuando Gilberto Santa Rosa visitó Panamá por vez primera en 1984, llegó enamorado de todo lo que le habían contado figuras de la salsa como Pellín Rodríguez, Andy Montañez y Paquito Guzmán. Pero esos cuentos tomaron forma cuando salió a caminar sus calles y enseguida palpó el cariño de su gente.
“Yo me enamoré de este país sin verlo, me enamoré de oído”, contó el cantante puertorriqueño tras recibir ayer, jueves, la llave del Distrito de Panamá de manos de la alcaldesa Roxana Méndez.
“Cualquier cosa que me acerque más a este país, es un honor”, agregó el artista desde un salón en la Casa de la Municipalidad.
“El Caballero de la Salsa” fue condecorado con la máxima distinción que otorga el Distrito de la capital en reconocimiento a sus lazos con el país y a su trayectoria artística.
La alcaldesa de la Ciudad de Panamá resaltó que la llave elaborada en bronce con un baño de oro se le entrega a personas que sobresalen en respectivos caminos “un talento especial”. Así destacó el valor humano del salsero y su ayuda para avivar el género a través de su labor de conductor de la competencia televisiva Pelao’s con Salsa.
“No podemos descartar movimientos de músicos jóvenes que hay en esta música de salsa, lo que los músicos no tienen es el foro. En Puerto Rico hay un montón de muchachos buenísimos, me he encontrado muchachos muy buenos en Colombia, en Venezuela, aquí (en Panamá), hasta en México, Ecuador, Perú... Y este programa le da el foro, le da la importancia, le da información a la gente, además le quita el estigma a la música de que es música de gente mayor”, comentó, por su parte, Santa Rosa, sobre el programa.
Pelao’s con Salsa reúne a seis participantes, entre los 12 y 17 años que aspiran a convertirse en una nueva voz para el género.
Sobre la fuerza de la salsa en Panamá, el intérprete recordó unas palabras del cantautor panameño Rubén Blades.
“La primera vez que escuché el término urbano relativo a la música lo oí de Rubén Blades y tenía mucha razón. Rubén decía que la salsa era folclor urbano, o sea uno no se explica cómo es que en México, en Nicaragua, esta música llegaba sola, había rumbones en las esquinas, y el origen de esta música es humilde”, apuntó el sonero, al tiempo que reconoció al tambor como un instrumento unificador entre los países latinoamericanos.
Terminado el homenaje, Gilbertito visitó brevemente el Canal de Panamá para estampar su firma para el concurso que pudiera otorgarle a la impresionante vía de navegación interoceánica el premio Príncipe de Asturias en la categoría de cooperación internacional.
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