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Friday, October 25, 2013

TRAS 185 AÑOS DE HISTORIA BOSENDORFER SIGUE CON LAS MISMAS TECNICAS DE HACER PIANOS

Pocos fabricantes de pianos pueden presumir de haber dado tantos momentos inolvidables a la historia de la música como la vienesa Bösendorfer, cuyos instrumentos han sido tocados por genios universales de la música como Liszt, Mahler, Bernstein o Rubinstein.

Fundada en 1828, la manufactura austríaca controlada desde 2008 por la japonesa Yamaha, nunca cambió su forma de producir pianos creando "piezas únicas", explica Hans Muff, técnico jefe de pianos de Bösendorfer.

"No es, en absoluto, un proceso industrial", asegura el austríaco durante una visita al taller artesanal del fabricante de pianos en Wiener Neustadt, 60 kilómetros al sur de Viena.

Muff, que lleva más de veinte años trabajando para esta empresa, defiende la fabricación de pianos como un trabajo "artesanal", donde cada pieza "es tratada con mucho cariño y respeto".

Así ha sido desde que Ignaz Bösendorfer (1796-1859) fundara la compañía hace 185 años en la capital del entonces Imperio Austríaco, centro mundial indiscutible de la música desde el siglo XVII.

"Un Bösendorfer está hecho hoy, más o menos, igual que se hacía hace 200 años, siguiendo el mismo principio de la acústica, y esto es lo que nos diferencia de la competencia", explica Muff.

Con todo, mantener a flote una compañía tan particular, donde la totalidad de la producción se realiza de forma artesanal, no ha sido tarea fácil a lo largo de las últimas décadas.

Tras varios años de pérdidas económicas, el gigante japonés de los instrumentos Yamaha decidió apostar por la larga tradición de Bösendorfer, con el compromiso de respetar el proceso de fabricación que lo define desde 1828.

"Estamos orgullosos de que hemos cumplido nuestro compromiso: no hemos hecho ningún cambio fundamental", aseguró en Viena Yasuaki Gyoten durante un acto con motivo del 185 aniversario de la empresa.

Para Gyoten, lo más importante ha sido "mantener la identidad de la marca Bösendorfer", que tiene a 115 personas en plantilla, de las que 60 trabajan en el área de producción.

Fabricar un piano lleva más de un año de trabajo y cada pieza es creada de forma individual.

"Nuestros técnicos hacen que cada piano sea el mejor piano posible", cuenta Hans Muff, el técnico y afinador de estos instrumentos artesanales.

Para ello, una misma persona realiza varias tareas distintas en la preparación de una pieza concreta y la "prepara" para que la siguiente persona continúe "creando" el piano, teniendo siempre en cuenta las características individuales de los materiales usados.

"Se trata de un instrumento muy complejo fabricado con ingredientes muy distintos, desde maderas a metales, fieltros o cueros", explica.

"No existen dos pianos iguales, cada uno es distinto, por ello no funcionaría un sistema de cadena de montaje", asegura Muff.

De hecho, el trabajo que desempeñan los empleados de producción es muy laborioso.

Desde la caja de resonancia a las cuerdas, el entramado de metal o las teclas y los macillos: todo se fabrica en Wiener Neustadt de forma completamente artesanal.

Por esta razón, cada trabajador -en su mayoría carpinteros- es capaz de realizar trabajos distintos, en varias etapas del proceso.

"Todo se cuida, hasta la selección de las maderas. Compramos las maderas en Austria y las secamos al aire libre durante años. Podríamos realizar esto con una máquina más rápidamente, pero la calidad y la resonancia de la caja no serían igual", asegura Muff.

Por eso, los productos de Bösendorfer no están al alcance de todos los bolsillos, con precios que comienzan en 55.000 euros (75.000 dólares), muy por encima de los 2.000 euros (2.759 dólares) por lo que se consigue un piano de fábrica.

"El Opus número 50.000", un modelo de piano de cola, diseñado por de Bösendorfer con motivo de su 185 aniversario, tiene incluso un precio de 550.000 euros (758.000 dólares).

A parte de los pianos de catálogo, la compañía realiza también pedidos especiales, con decoraciones al gusto del cliente, por más excéntricos que sean.

"Una vez nos pidieron un piano inspirado en un caimán para una casa de Florida", recuerda Muff.

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