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Wednesday, November 26, 2014

INTERNOS COLOMBIANOS HACIA EL CAMINO DE LA REINSERCION MEDIANTE EL TEATRO


Casi medio centenar de presos colombianos se subieron a un escenario para servirse del teatro como herramienta en su camino de reinserción y resocialización con dos obras que también son un grito de denuncia contra la situación que viven las prisiones del país.

La experiencia se basa en el principio fundamental de que "el arte y la cultura reconcilian, empoderan y dignifican al ser humano privado de su libertad", lema de la impulsora del II Festival Nacional de Teatro Carcelario, la actriz Johana Bahamón.

En el contexto de ese certamen se presentaron en uno de los principales teatros de Colombia, el Nacional de Bogotá, un grupo de presas que interpretaron "Yo soy Antígona", revisión del clásico de Sófocles con reminiscencias en las cárceles colombianas.

Una de las actrices que tomó parte en la obra, Dayán Jiménez, explicó a Efe que la experiencia le "ha dado libertad y apoyo" en su proceso de reclusión, empeorado en su caso porque vivía en España y al ingresar en una prisión colombiana se sentía extranjera en su propio país.

"He retomado la libertad de expresión, es como nuestro escape dentro de los muros, confianza en uno mismo y darme cuenta antes de irla a embarrar (pifiar)", comentó Jiménez en referencia lo que el teatro le ha aportado.

Poder entrar en la piel de un personaje también le permitió buscar en su interior "algo que tú ni sabías que tenías y que podías hacer".

Durante su interpretación, en una sala rodeada por agentes de seguridad y en cuyas primeras filas asistían atentos reclusos varones esposados en hilera al modo de los filmes estadounidenses, Jiménez y sus compañeras tuvieron la ocasión de liberarse y de enfrentarse a las realidades de su vida diaria.

Pero no solamente consiguieron esa evasión, los centenares de personas que acudieron a la interpretación presenciaron un grito difícil de enmudecer en el que denunciaron las condiciones de su reclusión que incluyen, según expresaron en la obra, malos tratos, hacinamiento y castigos excesivos como el uso de gas pimienta como elemento de represión individual.

Solo durante esa denuncia abierta contra las condiciones de reclusión les tembló la voz a unas actrices que demostraron durante su interpretación que bien podrían trabajar sobre un teatro.

Las actrices-reclusas también aprovecharon los focos sobre las tablas para reivindicar a "las Antígonas de Irán o de Francia" que se toman fotos sin la cabeza cubierta o toman las calles parisinas con un manto sobre su pelo incumpliendo las leyes.

Impulsadas por su ejemplo, saltaron las normas impuestas por las instituciones penitenciarias y se desnudaron de cintura para arriba en un acto de valentía y enfrentamiento ante la mirada atónita de centenares de funcionarios de prisiones.

Más allá de la confrontación que siempre ha marcado la tradición teatral, las actrices, profesionales por un día, disfrutaron también de una trayectoria de aprendizaje que, según dijo a Efe otra de las protagonistas, Cristina Muñoz, les ha permitido instruirse en la tolerancia puesto que "antes en la calle uno es más dado a explotar con cualquier cosa".

"Aquí no, uno aprende que la vida tiene que ir despacio, que tiene sus momentos y hay que aprovecharlos", apostilló.

Precisamente en este sentido se expresó Johana Bahamón, quien en los tres años de trabajo que lleva con las reclusas ha observado que ellas "sanan, se curan, se transforman y hacen una catarsis de emociones".

Para la actriz profesional las reclusas han podido, "por medio de un personaje, decir lo que quieren y exorcizarse" de sus problemas en un canal como el teatro que es "un medio de resocialización y reconciliación".

Como si de una mimesis se tratara, las presas-actrices invocaron y evocaron esa libertad sobre las tablas del Teatro Nacional con un grito que no fue sordo: "hoy es un día para la libertad, hoy hay teatro", concluyeron sobre el proscenio.

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