Definitivamente una de las columnas la música romántica lleva el nombre de Olga Guillot. En ella se sostiene con estrellas una personalidad fuerte, un carácter dominante, una voz como ninguna y una intérprete para la historia. El que quiera cantar, y saber interpretar, tiene que ver a Olga Guillot.
Olga nació en Cuba, de padres catalanes y artistas. Desde Santiago de Cuba se muda a La Habana en su adolescencia y, junto con su hermana Ana, debuta como cantante en el dúo Las Hermanitas Guillot. Ambas estudiaron drama y baile, y el programa de la Corte Suprema del Arte comienza a destacarse. Estudió canto en el Conservatorio de La Habana y se puede decir que su verdadera carrera artística comienza en 1940 cuando forma parte del Cuarteto Siboney, dirigido por Isolina Carillo, la compositora de obras como Dos gardenias, Que mal te portas, Sé que lo sabes y Sed de ti. En el 1945, el pianista del grupo, Facundo Rivero, le consigue su gran oportunidad de debutar como solista. Ahí comenzó la historia de la reina del bolero.
Sus presentaciones causaban sensación. Sus actuaciones en los cabarets de entonces -Tropicana, Montmartre y Sans Souci- eran frecuentes, y así la artista escribía su historia con letras de oro.
Se casó con el actor Alberto Insúa y, posteriormente, con el compositor y arreglista Rene Touzet, otra gloria de la música. De su matrimonio con Touzet nació su única hija, Olga María, quien heredó los talentos de ambos y es una artista de primer orden poseedora de una potente voz, un impresionante fraseo y sentimiento, y el carácter de su madre. En 1946, cuando graba el bolero La gloria eres tú y la versión al español de Stormy Weather, su carrera adquirió una velocidad meteórica.
Viajes a Nueva York, contratos en México, su primera película en tierra azteca y una gira por países como Argentina, Chile, Perú, Colombia, que llegó a convertirla en la reina de la radio. En 1954 graba el bolero Miénteme, de Chamaco Domínguez, y obtiene al año siguiente su primer disco de Oro. Tres años seguidos ganó en Cuba el premio a la mejor voz femenina.
Cada canción en la voz de Olga se convierte en páginas del alma de un público sentimental. Regresa a México en 1957 y graba Tú me acostumbraste, canción que le abrió las puertas de Italia, Francia, Alemania y España. Compartió escena con figuras como Frank Sinatra y Edith Piaf. Fue muy amiga de Puerto Rico y era común verla participar en los programas de Myrta Silva, Tony Chiroldes y Vilma Carbia, Tito Rodríguez, Gaspar Pumarejo y especiales de televisión como el que se hizo en Wapa llamado Olga Guillot en Puerto Rico.
Sus temporadas en el Club Caribe del Hotel Caribe Hilton eran esperadas, aplaudidas y concurridas. En 1960 se radica en Venezuela y de ahí regresa a México, que sería su segundo hogar, hasta radicarse en Miami donde falleció en al año 2010.
Yo la recuerdo con mucho cariño y compartimos muchas veces, desde que nos conocimos en Nueva York, para la época en que Lourdes Chacón y este servidor inauguramos un club llamado The Golden Palace y ella hacía una temporada en el Chibcha Restaurant y en la madrugada nos encontrábamos todos en el hotel que compartíamos para un café.
Era seria, pero tenía una chispa impresionante. Una mujer luchadora, defensora de las causas que la motivaban y jamás la escuchabas decir nada malo de un compañero. En México, en su propio programa de televisión, fue la madrina del debut de José José. Una de las cosas que más me hacía reír era cuando le preguntabas su opinión sobre otro cantante. Me decía: “Muy bueno. Pero cuando él nació, ya yo era estrella”.
Siempre que Puerto Rico la necesitó, allí estuvo. Cuando se hizo el telemaratón del canal 47 en Newark para los afectados del derrumbe de Mameyes estuve con ella todo el día pues no se quiso marchar hasta saber cómo iba la recaudación. Cuando venía al Hilton, siempre compartía con ella. Y aunque hay mil historias de sus ocurrencias y vivencias, este espacio solo me deja recordarla tal y como fue. Una estrella en todo su esplendor con una carrera de siete décadas, 16 películas, 20 discos de oro, 1 de platino y 1 de diamante. El 12 de julio se cumplen siete años de tu partida. Y yo aquí recordándote mientras me cantas: La noche de anoche, pero que noche la de anoche…. ¡Hasta siempre amiga!
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