En cada uno de sus juntes hay tres factores que se repiten: la amistad, el amor hacia la música caribeña y el deseo genuino de dejar un legado a la cultura de Puerto Rico y que este se extienda a Latinoamérica.
El músico y productor Aníbal de Gracia repitió esa fórmula al desempolvar el bolero-son Lágrimas negras, compuesto en 1929 por el cubano Miguel Matamoros, y que a través de los años ha sido entonado por cantantes de diversos géneros y nacionales como Olga Guillot, Compay Segundo, Omara Portuondo, Adalberto Santiago, Celia Cruz, Daniel Santos, Pandora, Rubén Blades y José Feliciano, entre otros tantos.
Con tantas versiones, para De Gracia fue todo un reto traer la canción de vuelta y reinterpretarla de manera que sonara como un producto nuevo, refrescante y totalmente distinto a las ya escuchadas. Eso pudo lograrlo gracias al magistral arreglo de Guillermo Calderón, y la colaboración desinteresada de destacadas figuras del pentagrama latinoamericano.
“Quería hacer algo que empezara con un trío bien tradicional, y quiénes mejor que Los Andinos para poder hacer esa parte y, luego, hacer la parte de la salsa, que es lo que nos toca a nosotros un poquito más de cerca, e invitar a amigos de distintos países que no habían podido estar conmigo en los juntes anteriores: Rey Ruiz, de Cuba; Camilo Azuquita, de Panamá; contar con Willie González, con quien yo comencé su carrera en los 80; toqué en su orquesta”, detalló.
“En estos juntes muchos de los invitados están haciendo otras cosas, (por ejemplo) Gilberto tocó bongó, Gerardito (Rivas) tocó la conga y Jerry (Rivas), antes de tocar en el Combo, era un tresista. Él dice que no es un tresista, pero es un excelente tresista, y los talentos nuevos como Carlitos García, que además de cantar grabó el piano, y Edgar Daniel, que es un joven que viene subiendo”, continuó.
Moncho Rivera, Rey Ruiz, Carlos Oliva, Lucy Grau y Seve Matamoros, hija del compositor de Lágrimas negras, también participaron en este trabajo.
“Lograr conseguir a la hija del autor del tema es para mí un plus”, recalcó.
Manifestó por otro lado, que la composición tiene especial significado para él porque lo transporta a su niñez.
“Me toca bien de cerca porque mi mamá lo cantaba”, rememoró.
La melodía, que viaja por el peculiar sonido de los tríos, el son cubano y la salsa, es parte de una compilación de juntes, que De Gracia se apresta a lanzar en octubre bajo el nombre Aníbal de Gracia y sus invitados: Dejando Huellas.
La producción incluirá trabajos recientes como “Tributo a la reina, dedicado a Celia Cruz; Cantante de los cantantes, en honor a Celia Cruz; “Desenfunda el cuatro, dedicado a Félix Castrillón, así como otros trabajos que ha hecho junto a otros artistas durante los pasados 15 años.
Más de 100 cantantes y músicos se han sumado a este proyecto, con el cual De Gracia se ha propuesto dejar una aportación a la música puertorriqueña, establecer lazos de hermandad entre diferentes países a través de ese arte y juntar a las generaciones más jóvenes de salseros con los que ya han hecho su nombre en el género salsero.
Esas, afirmó, serán verdadera ganancia de un trabajo en el que ha invertido mucho tiempo y dinero.
“Yo entiendo y soy partícipe de que en la unión está la fuerza, yo creo que el País necesita esto. La comunidad musical, especialmente a la salsera, le gusta ver este tipo de juntes, estos dream teams que no se ven muy a menudo. Queríamos tratar de hacer algo distinto para las nuevas generaciones y de dejar algo para la posteridad”, resaltó.
“El fin no es vender discos, es dejar esta obra, es dejar este junte y que de aquí sigan surgiendo más ideas, ya sea aquí, en Colombia o en Panamá, y que este trabajo sea un puente de seguir haciendo discos como este... Ha sido una inversión grande, pero la satisfacción personal mía y de los que han trabajado en este proyecto es priceless”, sentenció el trombonista.
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