Sus siete décadas no pudieron detener al legendario líder de orquesta, percusionista y bailarín Roberto Roena de celebrar 45 años de recuerdos musicales, con estilo y pavoneo en el condado de la salsa de Nueva York, el Bronx.
Roena y su afamado grupo, Apollo Sound, tomaron el escenario del Lehman Center el sábado por la noche, para entretener a un elegante público, con un nostálgico viaje de cuatro horas, reviviendo casi cinco décadas de clásicos.
La banda de 11 músicos empezó el espectáculo con Marcando la distancia, una canción liderada por los más nuevos integrantes: Andrés Waldemar Volmar (27) y Jean Carlos Rivera (28). Después de haberse unido a Roberto Roena hace casi 7 años, los vocalistas -con chaquetas deportivas y zapatos plateados- le dieron un aire joven al show. Los músicos, demostrando tener buena química con Roena sobre el escenario, pasaron la noche a su lado mostrando su swing con simples pero muy sentidas coreografías.
Aún bailando con agilidad y energía a sus 78 años de edad, Roena demostró su icónica teatralidad alternando entre la campana, el bongó, y dirigiendo la orquesta mientras enseñaba sus mejores movimientos de baile al lado de los cantantes de la banda.
Como una especie de introducción, tomó el micrófono para contar historias acerca de cómo se hicieron cada una de las canciones.
“Me dijeron que esta canción fue una porquería,” dijo Roena, mientras contaba la historia de cómo creó su hit más famoso, Desengaño. El público estalló en risas, ambiente que se mantuvo por el resto de la noche en la que abundaron las anécdotas que lo hicieron retroceder en el tiempo.
El veterano músico encendió el Bronx con un viaje nostálgico por sus 45 años de trayectoria.
Su narración invitaba a un tipo especial de intimidad, similar a la que se consigue en una fiesta de aniversario de abuelos, haciendo de la noche un evento inolvidable.
La voz de Roena, rasposa y difícil de entender, llenó el teatro mientras, en el transcurso de la noche, invitaba al escenario a viejos amigos y ex vocalistas de la banda: Tito Cruz, Sammy González, José Papo Sánchez y Carlos Santos quienes se unieron al show. Las voces y el ritmo de cada cantante parecen no verse afectados por el paso de los años.
Muchos miembros de la audiencia, en su mayoría entre 50 a 60 años, vinieron al concierto a recordar viejas historias de su juventud durante los años 70, cuando la salsa estaba en su máximo apogeo.
“Todas estas canciones me recuerdan los mejores años de mi vida”, dijo Gloria Aponte, una residente del Bronx con 62 años. “Ellos me permiten revivir esos recuerdos y por eso estoy aquí”.
La noche fue evolucionando y la audiencia se unió al espectáculo cantando los coros de los temas y tomando los pasillos para bailar, especialmente durante la segunda mitad del espectáculo que comenzó cuando le entregaron a Roena un bizcocho de cumpleaños en el escenario y Tu loco loco, otro de los temas más populares de Roena.
Las banderas de Puerto Rico fueron levantadas en alto y orgullosamente durante la noche.
La banda estaba acompañada por bailarines profesionales de The Bronx’ Elite Stars Dance Company. Vestidos de rosa y negro, pintaron el escenario con pasos feroces y, con el movimientos de sus manos, invitaban a miembros de la audiencia que se unieran a bailar también.
Roena, quien nació en Mayagüez, ha estado involucrado con la música desde hace mucho más de 45 años. Comenzó definiendo sus movimientos de baile cuando tenía 9 años, y eso lo llevó a aparecer en el show de televisión La taberna India, donde lo descubrió el conocido percusionista Rafael Cortijo, quien le enseñó percusión. A los 16 años comenzaron a tocar juntos y con Ismael Rivera hicieron una gira mundial.
Con su exitosa carrera, Roena eventualmente pasó a formar parte de El Gran Combo de Puerto Rico y La Fania All-Stars, hasta que en 1969 forma su propia banda, Roberto Roena y su Apollo Sound, que se convirtió en una de las mejores orquestas de salsa en Puerto Rico.
De lo bueno que son lo dejaron más que claro el sábado en la noche, encantando a la audiencia con una presentación memorable. Roena demostró, una vez más, que la buena música y los buenos músicos son realmente eternos.
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