La intérprete, quien reside en Nashville, Tenesí, tiene dos niños (Zealand, de 4 años, y Soren, de 3), quienes son el centro de su vida y a quienes se dedica en cuerpo y alma. Por ejemplo, ayer los llevó por primera vez a la escuela y, al momento de que hacia una entrevista telefónica, aún sentía le emoción de ese momento.
“Por un lado, me siento triste porque es el comienzo de su crecimiento y porque el chiquito se quedó llamándome, pero esto es parte de la vida”, dijo resignada. Los niños son, precisamente, la mayor fuente de inspiración de Jaci, quien escribió nueve de los 11 temas de su disco, Diamante, que publicó en febrero y en el que se mantiene dentro de la temática inspiracional.
“Muchas de las canciones son historias de mi vida, de ese viaje entre mi vida personal y artística, en el que he aprendido muchas lecciones con mi esposo y mis hijos; si yo puedo amar tanto a estos hombres, cuán grande es el amor de Dios para nosotros”, expresó la artista, quien se siente orgullosa de haber sido una pionera en el género sacro, “que hoy día es tan popular”. En cuanto al sonido de su propuesta, dijo que es esencialmente pop, con influencuas de jazz y rock.
A la par con su música, Jaci, quien tiene 32 años, está sumergida en la redacción de su libro, Coffee and Concealer, en el que compartirá sus experiencias como mamá, con Cristo como centro de su hogar. Además, trabaja en dos proyectos de cine y conduce un programa de radio mañanero de música sacra.
“A veces siento que soy mayor...”, bromeó. “Cada día siento que es un regalo para mí, más que antes, porque conozco y entiendo el amor verdadero”, añadió.
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